El viaje no fue muy apacible, climatológicamente hablando. La flota avanzaba con la rigurosa vigilancia del USS Enterprise y sus radares con la consigna de que si eran descubiertos la misión se abortaría. Durante el viaje los soldados aprovecharon para aprender conceptos básicos de chino y para mantenerse en forma con un riguroso programa de ejercicios físicos.
Al otro lado del Pacífico
Isoroku Yamamoto, almirante de la Armada Imperial Japonesa, estaba en alerta preparándose para recibirlos porque sabía que en cualquier momento iba a producirse un ataque con portaviones estadounidenses.
Yamamoto carecía de radar pero no de astucia. Estableció un perímetro defensivo rodeando Japón formado por pequeñas embarcaciones pesqueras armadas. Estas embarcaciones tenían una gran autonomía y recorrían diariamente entre 1000 y 1600 kilómetros de la costa japonesa.
En la mañana del 18 de abril, los radares del USS Enterprise señalaron dos pequeños barcos a proa, estaban a 1250 Km. de la costa, el punto de lanzamiento era a 900 kilómetros. Halsey realizó maniobras de evasión y logró pasar a través de esas dos naves aprovechando que era un día nublado y oscuro.
A las 7:30 horas aparecía en los radares la silueta de un barco patrulla, el
Nitto Maru. Se trataba de un barco pesquero dotado de armas antiaéreas que había divisado a la flota norteamericana. El crucero Nashville disparó una salva de artillería pero el barco japonés cambio rápidamente de rumbo. 5 bombarderos de picado despegaron del
USS Enterpise, el patrullero se defendió con sus baterías antiaéreas mientras avisaba por radio a la V Flota sobre dos portaviones enemigos a la vista. Finalmente, un proyectil lo alcanza con un impacto directo y lo hunde. Habían lanzado casi 900 proyectiles, y eran las 8 horas y veinte minutos.
Patrollero japonés
Yamamoto fue informado casi al momento y ordenó a la flota de Kondo y a la V Flota de portaviones dirigirse a la zona, además de dar indicaciones para el despeque de aviones de exploración de largo alcance. En esos momentos, del lado estadounidense, se planteaba un dilema, continuar hacia el objetivo (todavía faltaban nueve horas de navegación hasta el punto de lanzamiento) o abortar la misión. Duncan y Doolittle decidieron lanzar en ese momento los aviones.
La preparación de los equipos y las tripulaciones fue apresurada, pero a las 8:10 comenzaron a despegar los aviones desde los 130 metros de cubierta del USS Hornet. Doolittle iba en el primer aparato, al frente de la incursión.
Mientras los 16 B-25 se preparaban para el ataque bajando a vuelo rasante para hacer el bombardeo a plena luz del día, la flota daba vuelta y a máxima velocidad de crucero ponían rumbo a Pearl Harbor. Doolittle se enfrentaba a 5 horas de vuelo con silencio de radio (utilizando el morse).
Cuarenta minutos más tarde un avión de exploración japonés detectó a la formación de B-25 y radió un mensaje a Tokio informado de la presencia de los bombarderos que llevaban dirección Tokio. Pero la inteligencia japonesa no consideró verosímil la información y la desechó. Al acercarse a la costa Doolittle distribuyó sus aviones: nueve fueron destinados a Tokio, tres a Kanagawa, Yokohama y los últimos tres a Nagoya, Osaka y Yokosuka.
La sorpresa fue total para los japoneses. Doolittle y sus 8 bombarderos aparecieron sobre Tokio formando tres columnas, aunque era un día seminuboso la visibilidad era adecuada para un bombardeo visual. La formación remontó a los 300 metros de altitud y a las 12:45 comenzó a bombardear con bombas incendiarias los objetivos industriales. A continuación se alejaron tomando distintas direcciones para confundir al enemigo. El fuego antiaéreo era muy débil y no logró derribar a ningún aparato, aunque si dañó a un par de ellos.
El resto de los objetivos también fue alcanzado con éxito. Cuando Yamamoto conocido los acontecimeitos no podía creer las noticias, no había interpretado correctamente las informaciones de Nitto Maru y no había intuido la dirección del ataque.
Concluida la misión, los B-25 debían reunirse en un punto cercano a la isla de Kyushu, pero cuando encendieron los radioguías no captaron señal alguna de los radiofaros, esto fue debido a que el avión estadounidense que los transportaba fue detenido en territorio ruso por orden expresa de Stalin. Deberían seguir sus cartas de navegación y encontrar el lugar de aterrizaje. Restaban 5 horas de vuelto que ahora se veían empeoradas por un viento en contra que desafiaba las reservas de combustible.
El final de la raid para los B-25 fue:
Muchos de los aparatos alcanzaron la costa este (Sector de Chunwog y Chuchuan) de China casi al borde de sus reservas.
El nº 6 cayó al mar; dos de sus tripulantes se ahogaron y tres lograron salvarse; al tocar tierra fueron apresados por los japoneses.
Otro de los aviones, el nº 8, tuvo que aterrizar en
Vladivostok en Rusia y su tripulación fue internada por los soviéticos y tomada prácticamente como prisionera.
Ocho tripulantes fueron capturados por los japoneses (el infortunado nº 16) y llevados a Japón donde tres de ellos fueron ejecutados y uno murió por privaciones.
Doolittle y su tripulación cayeron en un campo de arroz chino custodiado por japoneses y a duras penas fueron rescatados por guerrilleros chinos. Una vez en Estados Unidos, la sorpresa de Doolittle fue grande, ya que no sólo no se le juzgó por haber perdido todos los aviones, sino que se le ascendió a general.
Imagen de la tripulación de Doolittle y restos de su B-25 Mitchell.
El daño infringido al enemigo fue mínimo, pero psicológicamente fue importante. En cuanto al ejército estadounidenses:
- Ocho aviadores fueron hechos prisioneros por los japoneses y, tras ser torturados, se les obligó a firmar confesiones de crímenes contra civiles. Tres de ellos serían ejecutados y uno más murió de privaciones.
- Tres hombres más murieron a consecuencia de las heridas recibidas por los amerizajes o aterrizajes.
- En total: 11 hombres perdidos, todos los aparatos perdidos y 5 hombres prisioneros de los rusos (escaparon más tarde).
La incursión fue considerada, de todos modos, un éxito por parte de los estadounidenses y por el lado japonés como una operación sin trascendencia.