viernes, 25 de noviembre de 2011

LA LLEGADA DE LOS EUROPEOS A JAPÓN (I)

Para la mayoría fueron los portugueses los primeros en llegar a pisar alguna de las islas que forman el archipélago nipón, pero recientemente, y desde el litoral andaluz, se reivindica con fuerza este papel para Ruy López de Villalobos, un malagueño insigne al frente de una gran expedición que, según parece tocó algunas islas japonesas, tal y como recogía el diario sur.


Fernão Mendes Pinto

El escenario es la isla de Tanegashima, al sur de la isla de Kyushu, dónde parece que entre 1542 y 1543 naufragó, tras una tormenta un navío repleto de portugueses. La embarcación que iba con fines comerciales de camino a China, a cargo del comerciante Méndez Pinto, sufrió los efectos de una tempestad que terminó con su nave encallada en la isla. Su llegada a esta isla del sul de Japón es el motivo por el cual los japoneses consideraron a los visitantes europeos como los nanban (南蛮,  «bárbaros del sur») debido a que llegaban a Japón desde esa dirección, mientras que los europeos consideraron a los japoneses como una sociedad feudal compleja, con una gran urbanización del país y una sofisticada tecnología pre-industrial.

Posteriormente, en 1549, el jesuita español Francisco Javier llegó a Kyushu y comenzó a propagar el cristianismo en Japón. Durante los años siguientes, comerciantes portugueses, holandeses, ingleses y españoles llegaron a Japón, al igual que misioneros jesuitas, franciscanos y dominicos.


Ejemplo de Caravela portuguesa.

Una de las cuiriosidades que más ha transcendido en la cultura nipona, fruto de este contacto, fue la introducción de las armas de fuego. Méndez Pinto, uno de los náufragos portugueses, se acercó a Totitaka, el señor feudal de la isla y lo invitó a pasear, durante el paseo Pinto logró cazar un pato con su arcabuz. Totitaka estaba sorprendido por el arma de fuego, llega a un acuerdo con el portugués con el fin de que les cedan los arcabuces que llevaban y se los adiestren en su manejo.

Estos arcabuces pasarían a ser bautizados en Japón como "Tanegashima", y a vivir un período de expansión por todo el territorio japonés, con una mayor demanda por parte de los señores feudales. Pero el modelo original rápidamente fue modificado, dado que las mechas de disparo no eran un sistema apto para Japón, mucho más húmedo que la Europa que los había creado. Lo rpimero fue añadir un elemento que permitiía que la mecha funcionase incluso en condiciones de lluvia, otras evoluciones fueron el refinamiento del gatillo y el aumento del calibre de los proyectiles.




En la década de los años 1560 ya eran un elemento decisivo en las batallas de la Era Segoku. Su uso progresivo en las contiendas fue tal, que a finales del siglo XVI se había convertido en la nación con más arcabuces del mundo.



sábado, 12 de noviembre de 2011

AOMORI (II)




Tambien es indispensable pasarse por las ruinas de Sannai-Maruyama, a unos 30 minutos en bus desde el centro.



Con unos 5.000 años de antigüedad, y como ejemplo de la Era Jomon, es conocido por ser uno de los yacimientos arqueológicos más grandes de Japón. Aquí podremos ver reproducciones de objetos encontatos en el lugar de las antiguas casas.




Un evento de recomendada asistencia es el festival Nebuta, se celebra en la ciudad en agosto, y atrae a multitud de gente procedente de todo el país es un de los momentos en los cuales poder disfrutar de un enorme colorido y ver una de las tradiciones más arraigadas en la ciudad.

   



 


Desde Aomori, y a unos 30 minutos en semi-express, está Hirosaki, que cuenta con una de las postales típicas de estas tierras norteñas, sobre todo a principios de mayo, momento en el que germina la primavera y los más de 5.000 cerezos que rodean el Castillo de Hirosaki.




También es recomendable la visita a las montañas Shirakami-Sanchi, que rebasan los límites de la prefectura de Amori, pero que cuentan con un espectacular bosque de hayas milenarias que te permitirán perderte y desconectar si utilizas el sendero "Mini Shirakami".


 

sábado, 5 de noviembre de 2011

AOMORI (I)




"Bosque azul (o verde)", esta parece ser la traducción a nuestro idioma del nombre de Aomori, aunque para otros significa "colina sobresaliente" (en idioma ainu a-o-mori). 

Lo que está fuera de toda duda es que es la capital de la prefectura homónima, situada al norte de la región de Tohoku, al norte de la isla de Honshu.

 Su historia comienza en el período Jomon, y antes de ser la actual ciudad, fue conocida como una Uto-mura, una aldea pesquera. No hay un acuerdo acerca del año exacto, pero la mayoría de los investigadores considera que fue en 1640, cuando cambió su denominación, pasando a conocerse como Aomori, y se abre su puerto. Oficialmente, y con el estatuto de ciudad, es fundada oficialmente el 1 de abril de 1898.



Su clima se caracteriza por el fresco de las montañas y las temperaturas en verano son unos 10 grados más bajas que en la zona suroeste. Es un sitio ideal para los amantes de los onsen pues está salpicado de un gran número de estos lugares de "remojo" al aire libre, que además del relax tienen propiedades medicinales, siendo reconocidas sus virtudes desde siempre.

Desde la web de turismo de Japón, recomiendan una visita por la bahía:

La puerta de entrada a la zona de la costa del Pacífico es Sendai, a 2 horas en Shinkansen de Tokyo. Es una base de salida para Matsushima, es uno de los tres lugares más bellos de Japón, con una bahía que alberga cientos de islotes. Para disfrutar mejor del lugar, será imprescindible hacer un viaje alrededor de la bahía en un barco de recreo.


Hiraizumi, a 1 hora y 30 minutos en tren desde Sendai, fue construido originalmente cogiendo como ejemplo Kyoto y alberga el Templo Chusonji, construido en 1109. El Konjikido del templo, o sala dorada, contiene 11 imágenes de Buda. Durante su construcción, sus paredes se cubrieron con barniz negro y pan de oro.
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Pero Aomori, sirve también como punto de partida para otras excursiones o visitas obligadas. Su cercanía al Parque Nacional de Towada-Hacimantai te permitirá hacer una excursión hasta el Lago Towada y disfrutar de los paisajes del Valle Oirase, con una extensión de 14 kilómetros, situados a dos horas y media si tomas un semi-express desde Morioka.